Zodiaco: el origen de Leo

 

Hace mucho tiempo, cuando el universo era joven y lleno de sueños, vivió guerrero dotado de poderes extraordinarios. Tenía la capacidad de transformarse en un león gigante. Dicha cualidad le permitía proteger y defender a su pueblo y su mundo.

Durante años libro varias batallas y todas las ganó. Su gente estaba orgullosa de él, y el guerrero era admirado por todos.

Un día, una gran oscuridad fue consumiendo estrellas y sistemas solares completos. Era como si fueran tragados a la nada misma. El guerrero se dio cuenta de la amenaza. Cada vez mas cerca de su mundo se encontraba la oscuridad. Impotente y desconcertado consulto oráculos y magos para encontrar una solución pronto, pero todo fue en vano ya que nadie entendía el problema para solucionarlo.

Este guerrero descubrió dentro de sí nuevos sentimientos y emociones que jamás había experimentado. EL terror de perder a todo su mundo lo agobiaba, pero mucho más la deshonra de una batalla perdida.

Mientras yacía arrodillado en la cumbre más alta de una montaña, esperaba lo inevitable. ÉL sabía que ni toda su fuerza podría derrotar a la nada. Ese gran silencio que gritaba dejando un eco infinito en el universo decía presente ante los ojos del guerrero.

Hijo del sol y de la luna el abatido guerrero por primera vez inclinaba su cabeza para esperar que la oscuridad lo consumiera. Entre llantos y sollozos, y a punto de ser borrado por la nada, el guerrero alzo en lo alto su espada y se transformó por ultima vez en ese león majestuoso que infundía miedo en sus enemigos. Juntando todos sus sentimientos y emociones se encendió como una antorcha prendida fuego. Y en su furia rugió tan fuerte que hizo temblar los cimientos del cosmos universal. Había decidido darlo todo por ultima vez. En su rugido se pudo escuchar claramente el grito de “Soy hijo del sol y de la luna, y he nacido para vencer” continuó rugiendo y haciendo retroceder a la oscuridad y mientras lo hacia declaraba “Soy el gigante de fuero que jamás se detiene ante nada ni nade, todos me temen y me admiran porque soy Leo”

Y el en momento que dio su tercer rugido, exploto en un millar de estrellas y se convirtió en la constelación de Leo. La cual alejó y derrotó a la nada.      

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El poeta olvidado por Cristhian Morales Garcia

Ojos ancianos, espíritu joven

EL HOMBRE SIN TIEMPO PRIMERA PARTE...